Domingo por la mañana, esta vez el tiempo no acompañaba tanto como en el domingo anterior. Los rayos del sol no iluminarían nuestra subida a Cuelgamuros para visitar al fundador de Falange Española. José Antonio Primo de Rivera.No obstante, esto no nos supondría ningún impedimento. Ni mucho menos. Para poner impedimentos ya tenemos a los rojos que nos gobiernan y sus secuaces lame culos. Sobre las 10:45 am, mi coche llegaba a la triple puerta de entrada de tan majestuoso y respetable lugar. El Valle de los Caídos. Lugar santo, donde descansan los restos de nuestros héroes. Donde el aire que se respira huele a pasado glorioso, los ruidos del ambiente son celestiales y el oxigeno que llena nuestros pulmones transmite vitalidad, energía y orgullo nacional. Fije la mirada inconscientemente sobre el águila imperial del escudo y me traslade en el tiempo hasta lugares donde, seguramente mis antepasados, vivieron mejor. Donde se sentía amor por España. Por un instante, pude notar como los ojos de ese águila vigilaban desde lo alto del cielo encapotado como intentando trasmitirme no se que extraño presagio. Eran varios los vehículos que efectuaban la entrada al recinto. En la misma puerta, y junto al horario de invierno y verano, se podía leer claramente que la basílica permanecida cerrada al tiempo que la base de la cruz. El vigilante de la puerta de acceso nos facilita los tickets gratuitos e informa que simplemente podremos asistir a la misa, puesto que el valle permanece cerrado al publico por reformas. Comenzamos el ascenso por la virada carretera. Mi mente evocaba ahora miles de recuerdos de las frías mañanas de noviembre. Marchando junto a los camisas azules para depositar la corona a José Antonio. ¡Que mañanas tan bonitas! cuando podíamos aun rendir homenaje a nuestros caídos y, respetuosamente, demostrarles que siguen muy vivos en nuestros corazones. La gran cruz que preside el lugar, que siempre se impone con majestuosa elegancia, no se veía. Las nubes y la niebla la estaban ocultando. Como pretenden ocultar los socialitas todo lo que huela a historia española, a historia cargada de gestas gloriosas, de unidad, de cultura, en definitiva, a historia para recordar y sentirnos orgullosos. Esa que nos permite llamarnos hoy españoles. El aparcamiento esta vez estaba algo mas vacío que el fin de semana pasado. Es evidente que no todos somos de la misma opinión y que el mal tiempo invita a la mayoría a quedarse mejor en casita calentitos. Eso de subir hasta El Escorial, y encima para que te echen de malas maneras cuando acabe la misa no es plato de buen gusto para nadie. No pasa nada, pensé, nosotros estábamos allí. Cuando digo nosotros, me refiero a mi familia, mi pareja y mis tres hijos. Para mi hija pequeña, Blanca, era la primera vez que pisaba el Valle de los Caídos. Recuerdo aun, con bastante nostalgia, mi primera vez. Al menos la que me alcanza a recordar la memoria. Aun no había podido estrenar mi camisa azul. Hasta los seis años mi madre consideraba que no podía llevarla. En fin, cosas suyas. Daba igual porque me sentía muy agusto rodeado de mayores que llevaban las mismas banderitas que tenia mi madre en casa, todos se saludaban igual, ¡¡¡Arriba España!!! Además, los bocadillos del bar estaban riquisimos. Muchas boinas rojas, muchas boinas negras, camisas azules por doquier. Españoles orgullosos de sus héroes. Desde luego no era 20 de noviembre, pero ,aunque lo hubiera sido, esto ya, mi pequeña Blanca no lo va a ver. Ahora mucho menos. Ahora vera como a su padre le echan de la masílica al finalizar la misa. Entramos al templo, después de pasar por los correspondientes arcos de seguridad y ser debidamente cacheados. Vergüenza me da esta situación. Escuchamos atentamente la misa, como cada domingo. Al finalizar ésta me dirigí, junto a los míos, a rendir homenaje ante la tumba de José Antonio y rezar un Padre Nuestro. Posteriormente, repetí la acción junto a la tumba del Caudillo. Observé, mientras estaba arrodillado al borde de la fría lápida, como varias personas comenzaban acercarse. Levante la mirada y pude contar una veintena. Algunos de los allí presentes levantamos el brazo a nuestro estilo. Un camarada depositó un ramo de rosas en la tumba. Otro camarada, asturiano, de unos 60 años, se arrodillo también y levantó el brazo. Su hijo se dispuso a sacarle una fotografía. En ese momento, una voz fuerte sonó al fondo, increpandonos e instando a que no se hicieran fotos. Era el vigilante de seguridad de Patrimonio Nacional. Los monjes ya se habían replegado a sus aposentos. Una señora del grupo increpó al vigilante diciéndole que el Valle era un templo y que respetera a los asistentes. Este, de malas maneras y en actitud chulesca, se le acercó con tono amenazador. " Aquí no se sacan fotos por que lo digo yo", instó. La sangre hervía en mis venas y una carga de impotencia empezaba apoderarse de mi. El camarada había guardado la cámara mientras su padre continuaba de rodillas brazo en alto. "Por favor camarada, saca la foto", se le dijo. Numerosos asistentes rodeamos en círculo la tumba del Caudillo y, como una pequeña revuelta espontánea e improvisada, procuramos proteger lo que a la vista esta amenazado. El honor de nuestros Caídos y la memoria de España. Si señores, así nos tratan en el Valle de los Caídos. Como a delincuentes, nos prohiben acercarnos a las tumbas, rezar por nuestros muertos y sacar una simple foto. Al terminar la misa apagan las luces y te invitan con malas formas a marcharte. Te acompañan hasta que llegas a los arcos de seguridad de la entrada. Lamentable, sí , pero cierto. Este ambiente es el que se vive cada domingo en el Valle de los Caídos. Crispación, desaparición e impotencia.
Este grupo se crea con la intención de hacer oir nuestras voces para salvar un monumento de interés nacional, propiedad de todos los españoles. El Valle de los Caídos. Los socialistas con Zparo al frente, han retirado el presupuesto de mantenimiento a Patrimonio Nacional, dependiente del Estado, para el monumento. Han prohibido y clausurado sus visitas, por lo que en un periodo corto de tiempo el Valle de los Caidos sufrira un importante deterioro y acabaremos por perderlo.
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